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2 jul. 2018
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Schiaparelli presenta un arca de Noé de moda en la semana de la Alta Costura

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2 jul. 2018

Desde el zumbido de insectos en la banda sonora a las modelos con máscaras de flamencos, no cabe duda de que se trataba de un desfile de alta costura de Schiaparelli.


Schiaparelli - Fall-Winter2018 - Haute Couture - Paris - © PixelFormula


Solo cabe imaginar que a la fundadora de la marca le habría encantado esta colección llena de homenajes a su obra y su debilidad por el reino animal. Desde el impresionante vestido rosa de seda de muaré, digno de un cardenal renacentista y coronado con una máscara de mariposa, al magnífico look de catwoman con su mezcla de estampados de guepardo, leopardo y zebra, y bolsillos en 3D sobre una modelo con una máscara felina dorada con bigotes de oro de seis pulagadas. Se llamaba Gattopardo, leopardo en italiano, ya que, aunque Schiaparelli vivió y trabajó en Nueva York y sobre todo París, ella nació en Roma.
 
Para que el mensaje quedara bien claro, hasta los frescos bañados en oro del techo del Palais Garnier, el palacio de la ópera de París, se iluminaron con un rosa Schiapparelli bañando el magnífico espacio de una brillante luz.

En medio de la hiperfantasía, piezas de mucha calidad. Desde el traje de pantalón azul zafiro de corte impecable, a la excelente chaqueta de Jacquard con estampado de leopardo en degradé, bautizada Trastevere, por el barrio romano a la orilla del Tíber. A esto hay que sumar la aparición del crustáceo favorito de Elsa: dos langostas cubiertas en joyas plateadas y bordadas sobre un vestido de terciopelo en azul oscuro.
 
No es de extrañar que el director creativo de la casa, Bertrand Guyon, llamara la colección “Schiaparelli Animalia Fantasia".
 
Dicho esto, Elsa quería que la mujer que vestía se sintiera poderosa, aunque en este desfile se vieron varios fallos de vestuario. Una modelo se cayó de rodillas, varias se tropezaron y cuatro de ellas se vieron obligadas a remangarse el vestido al final del desfile para poder terminar de recorrer la pasarela de parqué.
 
En pocas palabras, algo que jamás debería pasar en un desfile de alta costura en París y mucho menos en Schiaparelli.
 

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