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9 feb. 2014
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Posguerra ochentera de Carmen March y severidad sensual de Jason Wu en N.York

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EFE
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9 feb. 2014

Nueva York - La colección otoño/invierno de Pedro del Hierro diseñada por Carmen March conectó el "look" de posguerra con los años ochenta, mientras que el niño mimado de la Semana de la Moda de Nueva York, Jason Wu, apostó por la monocromía severa y sensual que vistió, entre otras, a la brasileña Adriana Lima.

La mujer de Pedro del Hierro Madrid en esta cita de la moda llegó como la protagonista de "Nada", la novela de Carmen Laforet, con la ilusión de dejar atrás una época de miseria al terminar la Guerra Civil española.

"Creo que esa situación de la posguerra conecta con lo que pasa ahora, con una España que lleva unos años duros y por fin se atreve a creerse que todo va a ir mucho mejor", aseguró a Efe la diseñadora mallorquina, quien cambió la técnica del desfile por la exposición estática de las modelos.

Jason Wu o/i 2014-15 | Foto: Pixelformula


March encontró la inspiración en las primeras páginas de este libro "que todos hemos leído en el instituto y que entonces no entendíamos nada" pero que, releyendo ya de adulta, hizo reaccionar su creatividad, trasladando el existencialismo a sus diseños y convirtiendo el retrato de una época en un discurso eterno.

En los volúmenes, esto se refleja en las prendas más invernales en un marcado "oversize" que da una vuelta "chic" a esa sensación de llevar un abrigo prestado. El tweed, el potro y el cuero sirven para testificar los últimos restos de la miseria.

Estampados tan añejos como el cuadro o el pata de gallo aparecen deconstruídos en varios volúmenes, ampliados hasta el "total look" que salpica incluso las botas, realizando esa conexión entre dos épocas separadas por cuatro décadas que, para March, se encuentran indudablemente en el ciclo del estilo.

"Los años 40 se conectan en proporciones perfectamente con los 80. Por eso hay mucho trabajo de cintura para arriba, con siluetas muy fuertes, y para abajo las siluetas son más relajadas", especificó esta diseñadora, quien busca el elemento común de las hombreras y alumbra la esperanza por la vuelta al esplendor desde los materiales plateados y un glamour tímido pero indudable.

Dos monos gemelos, uno en malva y otro en verde, eran testigo, por otro lado, de la obsesión de la diseñadora por su mineral favorito, la malaquita, y se alzaron como representantes de cómo, frente al material de abrigo grueso, "los tejidos cerca de la piel son más delicados", según March.

Sedas, cachemira y lamés plisados crearon sobre las modelos una segunda piel, que tan pronto se abre hacia un generoso escote en uve hasta la cintura como se cierra hasta convertirse en un cuello vuelto.

Pedro del Hierro se enfrentó en esta jornada de la Fashion Week con uno de los niños mimados de estas pasarelas, por mucho que desfile en el circuito no oficial: el taiwanocanadiense Jason Wu.

El diseñador de cabecera de Michelle Obama propuso una colección de severa monocromía en la que apeló a un conservadurismo ligeramente provocador, heredero de las damas parisinas.

Con la supermodelo brasileña Adriana Lima inaugurando su desfile de riguroso negro, en traje de chaqueta y con un jersey de cuello vuelto con una tramposa transparencia, Wu se dirigió a la mujer que no mira a la juventud, sino que acoge ansiosa la belleza serena de la madurez.

Con ese recato transformado en seducción conceptual, esa masculinidad ambigua del periodo de entreguerras y una paleta de colores definitivamente oscura -del negro al gris y del gris al chocolate y al berenjena- Wu jugó con el movimiento brillante del terciopelo y el raso, mientras despertaba los tejidos mate con los brillos de botones y trabillas de metal brillante.

La sencillez de un tirante mínimo, la caída de una seda que parece una melena engarzada por un pasador, así como las asimetrías en los escotes contrastaron con las voluminosas cazadoras casi moteras, con juegos de cremalleras paralelas de ecos punk con los que el diseñador mira de reojo a la transgresión.

Finalmente, la estadounidense Rebecca Minkoff presentó una colección dividida entre la palidez de la mañana, con figuras perdidas entre amplios abrigos de color rosa chicle y mangas con trampantojo, y una noche metálica y elegantemente agresiva que fue seguida con interés por una audiencia entre la que destacaron Carrie Underwood y Anna Kendrick.

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