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La salida nocturna de Egonlab y Etudes Studio en París
La Semana de la Moda masculina de París comenzó el martes en modo sombrío, con desfiles de atmósfera ligeramente crepuscular, dominados por una paleta oscura, como si la crisis ambiental hubiera contagiado a las colecciones. Egonlab y Etudes Studio, concretamente, llevaron a sus invitados de viaje por la ciudad en plena noche.
Truenos, una tormenta que resonaba a lo lejos, una luz que temblaba en las farolas de una calle oscura... La escena estaba preparada para el show de Egonlab, con su desfile de personajes heterogéneos y caprichosos, que han salido de su mundo de ensueño para aterrizar en el mundo real. Una vida nocturna muy underground e influenciada por el punk. Así lo demuestran las numerosas piezas de cuero, los collares de pinchos metálicos, algunos suéteres con grandes agujeros y el tartán de cuadros rojos, que recorre la colección en forma de sobrefalda, bufanda, chaqueta acolchada o abrigo.
Por lo demás, looks desenfadados, con capas sueltas de camisas de flores, suéteres o chaquetas en jean y chaquetas de forro polar multicolor sobre unos jeans desgastados, alternados con conjuntos más chic a base de trajes de tweed, reinventados de forma sexy, con siluetas femeninas en camisolas y monos fluidos de satén, o con looks rotundamente fuertes, como los de los modelos en bermudas o pantalones de cuero envueltos en un gran abrigo de piel o una chaqueta extragrande de color rosa chillón.
Los trajes, en particular, se reelaboran en nuevas proporciones, con hombros en pico y mangas largas, mientras que las solapas de los abrigos se tejen en bandas de colores, que se extienden hasta los pies como una larga bufanda. La colección para otoño-invierno 2023/24, diseñada por Kévin Nompeix y Florentin Glémarec, también ofrece otras piezas deseables como una minifalda azul petróleo y una chaqueta de terciopelo con cuello de rombos y borde de punto. O un increíble abrigo hecho íntegramente de guirnaldas.
Entre otros hallazgos, que sin duda harán las delicias de los amantes de la moda, se encuentra una minifalda plisada en forma de camisa dada la vuelta, con las mangas colgando por la espalda, para superponer a unos pantalones. O un liguero de denim, que también se puede poner sobre unos jeans. Y no olvidemos los cinturones con la reconocible hebilla dorada de doble G de Gucci, fruto de la colaboración con la casa de lujo italiana.
"Concebimos esta colección como la contrapartida en el mundo real del país de las maravillas, donde todo el mundo recurre a sus sueños o pesadillas para construir su personalidad en la vida real", explicó el dúo entre bastidores. "Hemos reelaborado toda la sastrería con un aire muy grunge y punk. Es un vestuario que se está volviendo más femenino, pero que sigue siendo genderless", dicen los dos diseñadores, que ahora comercializan sus piezas a través de unos 50 minoristas y acaban de lanzar su propia web.
En Etudes Studio, la decoración era igual de inquietante. Un viejo aparcamiento de hormigón abandonado, iluminado únicamente por los haces de unos cuantos focos. El desfile comenzó con una melancólica canción cantada en directo por el artista y compositor Koudlam, descendiendo lentamente por las rampas vestido con traje, sombrero y gafas oscuras.
Los primeros modelos aparecieron en total looks, desde las botas de goma hasta las gorras, la ropa, como desgastada y descolorida, declinada en el mismo tono. Rosa viejo, beige, gris, negro, verde azulado. La colección ofrece tanto conjuntos informales (suéteres, jeans desteñidos, chándales) como más formales (trajes, abrigo camel). El show terminó con un guiño: un graffiti blanco bordado en un gran suéter negro o en un traje drapeado de lana.
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