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Diana León Banda
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27 ago. 2021
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La cosecha de jazmín está en pleno apogeo en Grasse para el centenario de Chanel N°5

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AFP
Traducido por
Diana León Banda
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27 ago. 2021

"Ligero al principio, el olor puede llegar a ser persistente en la piel con un lado animal": cerca de Grasse, la cosecha de jazmín está en pleno apogeo para el perfume más vendido del mundo de Chanel, el mítico N°5, que este año celebra su centenario.


Mujeres cosechando jazmines en un campo de Pégomas, en los Alpes Marítimos - / AFP


Cultivada actualmente en menos de una docena de granjas de esta ciudad, cuna histórica de la perfumería, la pequeña flor blanca, Jasminum Grandiflorum para los botánicos, florece por la noche y se recoge por la mañana.
 
El 90 % del duro trabajo lo realizan las mujeres, agachadas o en cuclillas bajo el sol entre las hileras de arbustos, exclusivamente a mano y con un gesto que se repite miles y miles de veces, ya que se necesitan entre 8000 y 10 000 flores para hacer un kilo cuando se pesan al final de la mañana.

"El jazmín es más delicado y lleva más tiempo", admite Colette Mul, de 50 años, cuya familia cultiva plantas de perfume desde 1840, en exclusiva para Chanel desde 1987, en 20 hectáreas que están a punto de ampliarse.
 
La cosecha de jazmín va de julio a octubre y el núcleo duro de temporeros, entre 40 y 45 personas, "vuelve cada año", dice, complementado por familias búlgaras para las que la paga es atractiva, con un salario mínimo francés (Smic) cuatro veces superior al de su país, más primas por rendimiento.
 
"Requiere paciencia, destreza y flexibilidad", añade el marido de Colette, Fabrice, de 56 años. La flor, señala, es tan ligera: "Toma, ponla en tu mano, ni siquiera la sentirás”.
 
Acaricia un arbusto con la mano: "Puedes ver todas las etapas de maduración de los brotes. Los brotes son rojos y florecen blancos. Los que vamos a recoger en 15 días aún no se han formado. Bajo sus pies, el sistema de riego por goteo subterráneo ahorra un 20 % de agua. A lo lejos se ve el macizo de Tanneron, donde las plantaciones de eucaliptos pintan un suntuoso tono de verde.
 
La fábrica está a la salida de la propiedad, con sus depósitos de acero inoxidable donde se extraen los cientos de moléculas que componen el olor del jazmín sumergiendo las flores, sin prensarlas, en baños sucesivos de isohexano, un disolvente químico no cancerígeno para quienes lo manipulan y que sustituyó al hexano hace tres años.
 

"Como un pintor”


 
Si Grasse ha conservado su savoir-faire, clasificado desde 2018 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, su producción anual de jazmín, en declive en los años 80, se limita a 13 toneladas, la mayoría de las cuales son producidas por Mul para Chanel.
 

El perfumista de la maison Chanel Olivier Polge en Pégomas, en los Alpes Marítimos - - / AFP


Sin embargo, el jazmín de Grasse sigue siendo "probablemente el ingrediente más importante del N°5", destaca Olivier Polge, la "nariz" de Chanel. Nos "dio mucho trabajo porque estaba un poco en peligro", añade el perfumista, que sólo lo utiliza en el extracto del N°5, es decir, "la fórmula más concentrada, de alta gama y que es la identidad del perfume", pero no en el agua de colonia.
 
Nacido en 1921 e innovador con su gramática olfativa abstracta de 80 ingredientes, que no recuerda a ninguna flor en particular, el N°5 es el más vendido de Chanel, junto con las dos creaciones recientes, Coco Mademoiselle y Chance.
 
"Fue el primer perfume de moda con la idea de Gabrielle Chanel de que el perfume podía ser la expresión de su estilo", expresa Olivier Polge. En aquella época, el jazmín cubría la campiña de Grasse, que contaba con suficientes personas dispuestas a alquilarse para esta cosecha, que se había convertido en una prerrogativa de los países con bajos costes de mano de obra. Egipto e India, donde Chanel también se abastece, proporcionan ahora el 95 % del tonelaje mundial.
 
En cuanto al número de botellas vendidas y el precio pagado por kilo, "no decimos mucho", confiesa Sophie Verges, directora de la oficina de prensa de Chanel.
 
Varias veces al año, lleva a periodistas de todo el mundo, y a veces también a algunos influencers, a este entorno campestre donde Chanel puede presumir de fabricar todo in situ, desde la flor hasta el frasco de absoluto.
 
“Diez minutos después del pesaje, se carga en el extractor, lo que evita la oxidación y la pérdida de fragancia", dice la Sra. Verges, "y permite a nuestro perfumista intervenir, un poco como un pintor que produce su propia paleta de colores".
 

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