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Rocío ALONSO LOPEZ
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2 mar. 2020
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Givenchy hace renacer la Nouvelle Vague en el Hipódromo de Longchamp

Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
2 mar. 2020

La Nouvelle Vague, el último gran movimiento del cine francés, y los artistas asociados a él fueron la inspiración de la última colección de la casa Givenchy, que organizó su show en el Hipódromo de Longchamp.


Givenchy - otoño/invierno 2020 - Womenswear - París - © PixelFormula

 
Presentada el domingo por la noche en un París húmedo y frío, la colección de otoño-invierno 2020/21 fue sorprendentemente grandiosa, dados los orígenes humildes, independientes y extravagantes de la Nouvelle Vague. Aunque la inspiración real fueron las artistas feministas comprometidas de la era de la Nouvelle Vague, especialmente la obra de arte de Helena Almeida, quien tuvo una retrospectiva en la galería Jeu de Paume el año pasado.

“My Work is My Body, My Body is My Work” (“Mi trabajo es mi cuerpo, mi cuerpo es mi trabajo”), fue el nombre de la exposición de Almeida, quien estaba al final de la veintena en el apogeo de la Nouvelle Vague. La figura humana y la forma fueron decisivas en estas prendas.

El resultado fueron grandes siluetas, incluso grandiosas, hombros curvados exagerados y perfiles alargados. Los abrigos de cachemir de doble cara en color rojo fuego de la directora creativa Clare Waight Keller eran absolutamente encantadores ,al igual que su vestido celestial de color gris claro que llegaba hasta el suelo, acompañado por guantes verdes. Además, del conjunto de los looks generaban un gran impacto, como el elegante traje de pantalón rojo y negro como de arlequín, llevado con un bolso tote de seda rojo, blanco y negro.

La diseñadora de Reino Unido es ciertamente talentosa cuando se trata de la noche. Es un ejemplo de clase, que crea vestidos elegantes. Para el día, esta colección fue menos convincente, con muy pocas ideas plausibles para trabajar o jugar. Muchas ideas eran demasiado para una oficina.
 

Givenchy - otoño/invierno 2020 - Womenswear - París - © PixelFormula


No obstante, el decorado de paredes metálicas y la pasarela de 100 metros de largo eran geniales. La pista para caballos fue reinventada como un bar de cócteles, bañada en hielo rojo seco y atendido por una veintena de camareros con mandíbulas hechas de cincel para un fantástico cóctel previo al show. Sin embargo, la larga serie de focos apretados en la pista hicieron que la iluminación del show fuera una pesadilla. Como resultado, la mayoría de las imágenes de los móviles estaban desenfocadas.

Se diga lo que se diga sobre Waight Keller, es una gran creadora de imágenes. También es una diseñadora que ama los sombreros grandes, cuanto más grandes mejor: sus sombreros cloche gigantes tenían un metro de diámetro, lo que ayudó a crear un final dramático.

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