China cambia de rumbo y compite por diferenciación

Por:

Tamara Gonzalez Litman

Publicado el
10 mar. 2017

En Colombia, hace cerca de 20 años, un grupo de empresarios del sector textil contrató a un experto en moda y mercadeo, que evaluó la industria local, la competitividad y los productos y emitió un veredicto: Colombia puede competir o por precio o por diferenciación. Este estudio, del que pocos conocen, cambió el rumbo de las empresas más importantes del país. 

Los empresarios que optaron por competir con precios transformaron sus empresas en maquilas. La mayoría o bien cerró o tuvo que ampliar su oferta productiva hacia finales de la década de los 90’s y el principio de los 2000, para hacerle frente al creciente gigante asiático que se convirtió en el productor del mundo por sus precios imbatibles. 

Hoy el tablero de juego se voltea. Gracias a la constante competencia, las maquilas colombianas, al igual que las mexicanas, brasileñas y argentinas, son muy económicas y eficientes, lo que sumado a una abaratada mano de obra por cuenta de las alzas salariales mínimas que se experimentan en el continente, dan como resultado una mano de obra más económica que la china y ahora el gigante asiático cambia su apuesta y compite por diferenciación, calidad y tiempos, más que por precios. 

En una economía digna de admirar, que triplicó su salario mínimo en menos de una década y aumentó el capital humano de su clase media en un 1.000%, yace el más grande peligro para la industria textil colombiana y latina. Un país con una excelente mano de obra, ‘educada’ por exigentes marcas americanas y europeas y con alta competitividad se inclina hacia la diferenciación, el diseño y el gusto; los pilares del éxito local. 

Cifras oficiales de Euromonitor y la OMC revelan que mientras en Colombia un empleado se gana en un día de 8 horas cerca de $11.50 dólares al cambio del día, el salario en China ya se eleva a $16.35 por la misma jornada. La sociedad china subió su nivel de vida y su poder adquisitivo mientras fortaleció su industria, mientras que en Colombia el poder adquisitivo se disminuye al mismo ritmo que la calidad de vida de sus empleados.