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Hernandez Sebastian
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13 sept. 2017
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Michael Kors, septiembre de 2017 en Nueva York

Traducido por
Hernandez Sebastian
Publicado el
13 sept. 2017

Toda la información sobre el Big Easy de Michael Kors, en relación a la actitud relajada y no al apodo de la ciudad de Nueva Orleans.


Michael Kors - primavera-verano 2018 - Mujer - Nueva York - PixelFormula


El evento estuvo marcado por un ambiente relajado, a excepción del musculoso grupo que protegía la sección central de la primera fila, para que un triunvirato de estrellas (Catherine Zeta-Jones, Naomi Watts y Nicole Kidman) pudiera disfrutar y hablar relativamente en calma.

El hilo conductor en la pasarela fue el tie-dye, que estuvo presente en todo tipo de artículos, desde los sarong a las gabardinas, los kimonos y los pijamas. “Glamour despreocupado para la noche”, apuntó el diseñador tras presentar una serie de estampados de colores suaves de hojas de palmera, todo en una onírica paleta de agua de rosas, glicina y aciano. Entre medias, casi cada look incluía un collar de flores de luau hawaiano. El ambiente fue esencialmente playero, hasta los hermosos bolsos en rafia y las sandalias en corcho. La mayoría de estilos iban acompañados de unas simples sandalias blancas, lo que reforzabaaún más la ambición y el esfuerzo de una estética modesta de la colección, la menos interesante de Kors en la última década.

Dicho esto, gracias a una gestión experta y a la siempre fértil imaginación de Kors, la marca se ha recuperado financieramente después de varios trimestres de ventas en declive. Las acciones de Kors subieron casi un 15% en agosto, tras haber registrado un nivel de ventas mejor de lo esperado así como los resultados de ganancias. Kors ahora prevé ventas anuales por valor de 4.275 millones de dólares (3.596 millones de euros) para el 2017. El diseñador también tuvo un miércoles ocupado con el lanzamiento de su nuevo reloj inteligente, Access, a través de un enorme evento en el río Hudson.

Acceder al evento organizado en el sexto piso de Spring Studios, que será el punto central de la temporada de desfiles de Nueva York, fue toda una pesadilla. Solo para entrar en un ascensor era necesario esperar unos 15 minutos, lo que hizo que la mayoría de los miembros profesionales del público se estremeciera ante la idea de múltiples espectáculos dentro de este edificio en Tribeca.

El espectáculo estuvo acompañado por una brillante actuación musical de Sara Bareilles, quien inició su miniconcierto con una impresionante versión de "Sittin' on the dock of the bay". Sin duda, hizo que el show fuera memorable pero no fue suficiente para salvar esta aburrida colección.

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