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Natalia Carrazon
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La firma de lujo francesa Lanvin se encuentra en situación financiera crítica

Por
Reuters
Traducido por
Natalia Carrazon
Publicado el
7 nov. 2017

La casa de costura Lanvin se encuentra en una situación financiera crítica que ha llevado al auditor a alertar al tribunal de comercio de París, según han confirmado a Reuters dos fuentes cercanas al expediente.


Lanvin - primavera-verano 2018 - París - © PixelFormula


En situación inestable desde que su director artístico Alber Elbaz dejara la firma en octubre de 2015, la casa de costura francesa más antigua que sigue en activo no acaba de enderezar la caída de sus ventas.

Tras una bajada del 23% en 2016, las pérdidas podrían llegar al 30% en 2017, según han indicado las fuentes. Una evolución que contrasta con el crecimiento que han registrado en el último año ciertas marcas de lujo como Louis Vuitton (propiedad del grupo de LVMH) o Gucci (Kering), que se benefician de la explosión de ventas entre las clientela china.

Reuters reveló en junio que los resultados de la firma estaban en caída libre desde hace un año. “El auditor ya ha alertado al tribunal de comercio de París sobre la extremadamente preocupante situación de la compañía”, ha precisado una de las fuentes. La empresa prometió llevar a cabo en septiembre una capitalización que no llegó a ocurrir. En esta situación, la empresa corre el riesgo de no poder hacer frente a los salarios de enero de 2018, según ha apuntado otra de las fuentes.

“La recapitalización podría llevarse a cabo antes de final de año. En cualquier caso, no será suficiente para hacer frente a los desafíos a los que se enfrenta Lanvin”, ha confirmado. Los pedidos, a partir de los showrooms que siguieron al primer desfile de Olivier Lapidus en París en septiembre, han caído un 50% en relación al mismo periodo de 2016, según ha confirmado una tercera fuente.

“Los pedidos han sido catastróficos. Los compradores no encuentran Lanvin y están decepcionados con la exagerada muestra del logo en las prendas”, ha apuntado. El nombramiento de Olivier Lapidus, conocido por haber diseñado muebles para Gifi o vestidos de novia para la marca Pronuptia, ha tenido un efecto bomba tanto en la empresa como en el mundo de la moda. Esta elección hace temer una estrategia que tiene como objetivo multiplicar las licencias, una orientación juzgada como suicida por muchos observadores para un gran nombre del lujo francés, que podría arruinar su imagen con el uso de su nombre en todo tipo de objetos.


El nuevo director artístico de Lanvin, Olivier Lapidus - DR


El empresario suizo Ralph Bartel, que posee el 25% del capital de Lanvin, en desacuerdo con la estrategia de los accionistas mayoritarios y con la elección de un diseñador sobre el que no fue consultado, dimitió del consejo de administración en el mes de julio. “Quería capitalizar la empresa con la condición de ser accionista mayoritario. Esta nominación sin su consulta le hizo perder las riendas”, han apuntado las fuentes. El banquero Pierre Mallevays también dejó el consejo.

Propietario de Lanvin con el 75% del capital, el multimillonario chino Shaw-Lan-Wang ha modificado la dirección sin dejar ver sus intenciones. Uno de sus próximos, Nicolas Druz, ha vuelto a Lanvin y acaba de ser nombrado director general delegado. Michèle Huiban, que dirigía la empresa desde 2013, ha dejado el consejo y está actualmente a cargo de las finanzas como director general adjunto. Se ha nombrado a otros dos directores generales adjuntos. Simone Mantura está a cargo de productos y licencias y Ursula Gandhi supervisa las ventas y el márketing.

Ni Lanvin ni sus accionistas ni sus auditores han querido hacer comentarios a Reuters sobre estas informaciones. La empresa dejará su sede histórica de la calle Faubourg Saint-Honoré, al haber sido vendido el edificio por los herederos de Jeanne Lanvin al grupo Richemont, propietario, entre otras firmas, de Cartier y Van Cleef & Arpels.

En este contexto, las pérdidas de 2017 corren el riesgo de sobrepasar los 27 millones de euros que se habían previsto a principios de año, tras una pérdida neta de 18,3 millones en 2016. Esta crisis va acompañada de una dimisión masiva de empleados. Una tercera parte de ellos habrían dejado la sociedad desde principios de 2017. La mayor parte no has sido reemplazados, excepto en la venta, según ha precisado una de las fuentes.

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